Huatulco, Oaxaca enero 1, 2011
Para disfrutar los festejos (y excesos) del año nuevo, yo como muchas familias mexicanas y del extranjero, me dispuse a disfrutar una de las tantas playas paradisiácas que México bondadosamente ofrece al mundo.
Justo después de las 12 campanadas, que prometen un mejor y próspero año, me topé, una vez más, con la cruda realidad de que en este país se quiebran las limitadas e inclusive hasta inexistentes reglamentaciones que procuran un medio ambiente sustentable.
Estando a la orilla de una de las albercas de un hotel cinco estrellas de una renombrada cadena internacional, escuché a un turista canadiense decirle a su esposa; “look honey, there’s a giant sword fish they caught just this morning” (mira querida, ahí hay un pez vela gigante que acaban de pescar esta mañana). Demasiado tarde, reuní todas mis fuerzas para salir disparada a ser testigo de tremendo homicidio, habían pescado varios peces, sin embargo era imponente la grotesca escena de un hermoso ejemplar de Pez Vela tirado en las escaleras que conducen al hotel desde la playa. La gente no demoró en juntarse y miles de comentarios se escuchaban a la vez, yo me le acerqué al animal, con un nudo en la garganta, llena de indignación y coraje para darme cuenta de que este pobre animal había luchado hasta el cansancio para salvaguardar su existencia, desafortunadamente, no lo logró. Incrementó más mi coraje cuando el lanchero-pescador me propone una foto con el ejemplar “wanna pichur???” –que si quiero una foto- si claro y de paso ¿no me quiere usted llevar a “Galloso” para tomarme otra foto con un cadáver llamativo?
Los niños fueron los más curiosos y eran los que más preguntas hacían, mismas que el lanchero respondía alegremente, como si en vez de tratarse de un asesinato, esto fuera un trofeo.
Indignada, preocupada y furiosa escribo estas líneas. Me preocupa la carencia de legislación, pero me aterra la falta de conciencia, Huatulco es una de muchas playas en donde la pesca indiscriminada es una actividad turística promovida por la gente que vive EN estos lugares y que vive DE estos destinos. Me enfureció ver que los turistas estaban agendando salidas al mar en los días siguientes, a ver si ellos conseguían pescar uno de estos ejemplares.
Bajo la bandera del “catch and release” (pesca y suelta) el pescador deportivo niega que esta actividad impacte el medio ambiente. En estas líneas quisiera hacer una aclaración; el “catch and release” es una práctica casi tan dañina como la pesca indiscriminada en sí, un pez que luchó por su existencia, aunque sea regresado al mar, pierde muchísima energía y fuerza, por lo cual se vuelve una presa facilísima para otros depredadores, y otras veces el animal se engancha tan profundamente con el anzuelo que los mismos pescadores deciden sacarlo del agua para darle una muerte “menos tediosa y dolorosa”.
Por alguna razón que yo no conozco, el lanchero fue obligado a mover el cadáver de las escalinatas del hotel hacia la orilla del mar. La multitud lo seguíamos, muchos haciendo preguntas de toda clase, relacionadas con el animal y lo que era verdaderamente vergonzoso era escuchar al lanchero “curarse en salud” diciendo que casi nunca matan a estos animales pero que este ejemplar estaba muy mal herido. No se qué esperaba, me gustaría verlo a usted con un gancho atorado en la boca, tratando de nadar contra una lancha de motor. ¿Éste SI estaba mal herido? Y ¿Todos los otros que a diario somete a las cañas de turistas inexpertos, esos qué?
Estando en la playa, un niño (extranjero) le preguntó a su papá; ¿qué harán ahora con el pez, papá? El papá, que parecía saber algo más que el resto de nosotros sobre la pesca, le contestó: “dispose of it properly, son” (deshacerse de el propiamente, hijo). La pregunta de este niño me intrigó, es bien sabido que la carne de este animal no sirve para consumo humano, entonces para qué pescar algo que más tarde habrá que “tirar a la basura”.
Este terrible evento, me invitó a redoblar los esfuerzos por mejorar las condiciones para este y muchos otros animales que sufren por los estragos de la ignorancia, de la impunidad y de la negligencia del ser humano. Como especies “superiores” tenemos la obligación de cuidar al resto de los variados animales que cohabitan en este planeta, en especial en nuestros océanos.
Cuando el lanchero te ofrece el paseo con pesca, no le cruza por la mente el terrible impacto que tiene este tipo de actividades en el delicadísimo equilibrio que sostiene no solo al mar sino a todo el planeta. ¿Cuántas cumbres mundiales harán falta para que a todos, no solo a los soberanos de las naciones, sino a los ciudadanos del mundo, nos quede clarísimo el efecto devastador de esta actitud irresponsable ante la flora y la fauna mundial?
Hago una atenta invitación a crear y difundir conciencia, amor y responsabilidad por nuestro frágil hábitat, ya sea por este o por otro de los muchos medios en los que estamos tratando de hacer una diferencia notable en las mentes y los comportamientos de las personas. Recuerda ser siempre un turista responsable, no solo sirve la denuncia, también sirve que ayudes a que estas prácticas devastadoras no sean de ninguna manera redituable para nadie, la obligación es tuya, es nuestra. El planeta no es tuyo, es nuestro.
@unmejorazul.
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