Filipinas es uno de los pocos
lugares del planeta donde los submarinistas pueden contemplar en mar abierto al
escurridizo tiburón zorro, al borde de la extinción y conocido por su enorme
cola en forma de hoz.
Los entusiastas de este deporte
acuden cada vez en mayor número a esta isla, situada al norte de Cebú en la
región central de las Visayas, donde las empresas de buceo les ofrecen la
posibilidad de ver "in situ" a uno de los escualos más espectaculares
y raros durante todo el año.
El tiburón zorro o zorro marino
-alopias vulpinus- puede llegar a medir hasta seis metros de largo desde la
punta del hocico hasta el extremo de su larguísima aleta caudal, y puede pesar
casi media tonelada.
De color azul o grisáceo en la
parte superior del lomo y blanco en la barriga, su característica distintiva en
su larga cola, que suele medir lo mismo que el resto del cuerpo y que emplea
como principal arma para capturar sus presas, pues pese a su tamaño tiene una
mandíbula más pequeña que las de otros tiburones pelágicos como el mako, el
tigre o el de punta blanca.
Cazador solitario, rodea a los
bancos de peces mientras golpea con fuerza la superficie del agua para lograr
que se asusten y se agrupen, y en un ataque posterior, asesta fuertes coletazos
para aturdirles y poder devorarles en la última embestida.
Tal es el dominio y la fortaleza
de su descomunal aleta caudal que puede apresar con la misma técnica aves
marinas que se posan en la superficie, y sería capaz de decapitar a un hombre
adulto si se cruzara en su camino, relatan los pescadores locales.
Aunque habita las aguas
tropicales de todos los océanos e incluso en el Mediterráneo, su extrema
timidez y costumbre de alimentarse lejos de la costa hace casi imposible que
pueda ser visto por los submarinistas.
Pero en Malapascua, los
submarinistas descubrieron hace diez años una pequeña meseta a no excesiva
profundidad -25 metros- que cruzan al alba los tiburones zorros antes de
dirigirse hacia su habitual "desayuno" de pescadillas y atún.
De esta forma, cuando asoman los
primeros rayos de sol es necesario estar listo para zambullirse, llegar al
fondo y ocultarse detrás del coral para esperar, nunca se sabe durante cuánto
tiempo, la llegada de escualo.
Cuando aparecen, "es como un
fantasma de las profundidades", indicó a Efe Jiggy Santillan, una
aficionada local al buceo, tras finalizar la inmersión durante la cual pudo
contemplarlos por primera vez.
"Definitivamente, merece la
pena levantarse a las cuatro de la madrugada, la hora y media de viaje de barca
y casi cuarenta minutos de espera, ahora sólo quiero esperar a verlos de nuevo
mañana", agregó.
La isla de Malapascua está
situada en el llamado "corredor de biodiversidad marina" de
Daanbantayan, una zona protegida de las Visayas donde está terminantemente
prohibida la pesca de cualquier tipo de fauna marina, gracias a un proyecto
financiado por el Banco Asiático de Desarrollo.
Sin embargo, en otros países,
sobre todo en Japón, sí se permiten las capturas de éste y otros escualos pues,
al igual que el cerdo, se trata de un animal que se aprovecha casi entero,
desde su carne hasta el aceite que se extrae de su hígado, y el zorro marino es
el más apreciado para elaborar la sopa de aleta de tiburón.
La pesca abusiva comercial y la
costumbre ilegal de cortarles las extremidades y devolverles sin ellas al mar
han llevado a una drástica reducción de sus poblaciones en todos los mares,
hasta el punto de figurar en la lista de especies en peligro de extinción de la
Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
Fuente: EFE
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